Parecen cosas salidas de una película de terror pero es verdad. Todavía quedan lugares en el planeta en donde la tortura y muerte de un animal constituye el deleite de personas que gustan de ver la sangre correr. La emoción y el gozo que se esconde detrás de la escena, deriva de la posibilidad de que el animal puede herir de diversas maneras al humano.
Son pocos los que gustan del espectáculo y sin embargo, gracias a sus influencias y políticas pueden utilizar recursos del estado para su diversión sangrienta. Hay esperanza para detener este asunto y en estos okis se encuentran argumentos para informarse y ayudar.
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