La vaquilla de Fredonia

 

La vaquilla de Fredonia

“Fredonia, el “gran” Pilarico a sus 15 años –que madurez- se dispone a terminar con la vida de la última vaquilla de la tarde, a la víctima le cuelgan dos pares de banderillas casi más grandes que ellas, el “maestro” en ciernes aparta los palitroques ensangrentados para que la espada no encuentre obstáculos en su “lírico” recorrido. “Gran” estocada y la vaquilla de Fredonia se rebrinca -perdón- “danza” de dolor pero no se cae, camina “lenta y garbosamente”  en busca de una salida del escenario de su “artístico” suplicio y su diminuta figura le permite colarse por uno de los huecos hacia el callejón de la plaza.

Media vuelta en redondel, y la vaquilla de Fredonia se desploma, risas y aplausos en el tendido acompañan la exótica trama final de esta “obra maestra de las artes contemporáneas”, la puntilla remata a la vaquilla de Fredonia, mientras el “maestro” recoge sus instrumentos de infligir “arte puro”.

Al abandonar el ruedo de la muerte –perdón- “el tablado cultural”, el gran Pilarico ve como de las entrañas de la vaquilla de Fredonia es extraído un feto. ¿Qué?, si, un feto, ¿de verdad? Si, amable lector, está bien escrito, ¡un feto! Ole, que “arte” tienes chaval, mataste a dos y encima te aplauden, ¡Qué horror! –Perdón- ¡Que arte!

Con ganas de vomitar su “arte”, el gran Pilarico se pregunta, -Dios mío ¿qué hice? No más, se acabó.  Pero una palmadita de su representante en la espalda y la frase de cajón que corrompe a menores equivocados, “No pasa nada, gajes del oficio, vas a ser una figura del toreo”, seducen al insensible Pilarico para continuar con su criminal trayectoria.

Afortunadamente tres años después, Dios se apiada de ese pobre ignorante, Terciopelo lo saca de las tinieblas y lo pone a trabajar en el camino del bien.

Los aficionados a la tortura desconocen que en el largo trasegar del espíritu humano toda la maldad se paga, nadie escapa a la ley de causa y efecto, o aprenden por la razón o necesariamente lo harán por el dolor.

Esa vaquilla y su becerro cobardemente asesinado en el vientre, me persiguen en pesadillas nocturnas recordándome que debo trabajar sin descanso para que el hombre deje de masacrar sin piedad a los animales.”

 

Alvaro Múnera.
(ex torero)

Texto publicado originalmente en
http://www.defenzoores.org/
en 2011 en:
http://ecologiaporjulio.blogspot.com

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